El suelo y el agua en
la Agricultura Regenerativa

Imagen: Savory Hub Arizona

Suelo y agua: dos caras de una misma moneda, tan íntimamente vinculados que no es posible entender el uno sin la otra.  No sólo porque un suelo sano y vital es capaz de retener el agua cuando llueve, también porque la vida y la vegetación que sostiene a su vez contribuye a mantener y alimentar el ciclo del agua.  Es una relación simbiótica constante, en un circulo virtuoso sin fín cuando no lo interrumpimos.

En octubre de 2024, el mundo asistió impotente a una verdadera catástrofe. Un episodio de gota fría arrasaba grandes extensiones de la zona del Levante español, arrasando vidas, viviendas, campos y negocios.  

De todos los factores que confluyeron queremos aportar luz sobre uno: el estado del suelo.

El vídeo de la izquierda está tomado un día después de las lluvias torrenciales, en dos parcelas contiguas de viñedo, uno gestionado regenerativamente y otro siguiendo el modelo convencional, con suelos «limpios».  

Como muestra el agricultor, el suelo cubierto absorbió el agua, mientras que el suelo desnudo fué arrastrado por el agua, añadiendo enormes cantidades de tierra al agua.

En los días siguientes, este mismo agricultor nos muestra, de nuevo muy visualmente y en sus propias palabras, el impacto positivo de su ganado pastoreado, y de las coberturas vegetales y suelos sin labrar como esponjas y como freno del agua y del lodo.

El suelo desnudo: de la erosión a la desertificación

The Dust Bowl.  Gran erosión ocasionada por la tormenta de viento en USA en los años 30.

Se estima que cada año se pierden 24.000 toneladas de suelo fértil (1) debido a la erosión.  Trasladado a hectáreas, son unos 100 millones de hectáreas de suelo fértil cada año (2

Esta pérdida de suelo no es algo accidental. Por el contrario, las prácticas agrícolas y la gestión del suelo juegan un papel fundamental. La ruptura de la tradicional simbiosis entre agricultura y ganadería, la sustitución  de procesos biológicos naturales por la aplicación de productos químicos y la eliminación de toda vegetación no directamente productiva son algunos factores que debilitan los procesos autorregenerativos. Los suelos «limpios» quedan a la intemperie y a merced de los elementos, literalmente.  

La agricultura y ganadería regenerativas, por el contrario, estudian e imitan los patrones de la naturaleza para potenciarlos. Este enfoque busca restablecer las relaciones ecosistémicas entre los distintos elementos del agroecosistema productivo, lo que se traduce en menores costes económicos, beneficios ambientales y mejores rendimientos de producción.

La importancia de los suelos cubiertos

Una de los fundamentos esenciales de la agricultura y la ganadería regenerativa es el suelo cubierto, ya se trate de un suelo con vegetación viva, cultivada o silvestre, o -según el caso o incluso el momento del año- con una cobertura llamada acolchado o mulching.  

El suelo cubierto con materia orgánica es el estado natural del suelo, esencial para mantener su microbiología, estructura y humedad, así como unos buenos niveles de carbono.  El carbono aporta porosidad al suelo y permite que éste absorba agua cuando llueve, haciendo literalmente de esponja. Esta capacidad para ser un «banco de agua» alimenta la vida vegetal y aporta la resiliencia de cara a épocas más secas, y además contribuye a recargar acuíferos

Este vídeo explica de forma visual y demostrativa el efecto en 3 tipos de suelo: suelo descubierto, cubierto con rastrojo y con pasto vivo.


Aumentar el 1% de MO (materia orgánica) en el suelo mejora extraordinariamente su capacidad para absorber agua de lluvia, llegando a retener unos 190.000 litros más de agua por Hectárea y año. Fuente

Los efectos de mantener buenos niveles de carbono (materia orgánica) en el suelo son diversos:

  • Proporciona la materia prima esencial para alimentar la vida: bacterias, hongos, microorganismos…
  • Asegura una buena esponjosidad del terreno, aumentando su capacidad de almacenar más agua cuando llueve y de mantener la humedad durante más tiempo, sosteniendo la vida vegetal. 
  • Evita la erosión por escorrentía y por viento, previniendo la desertificación.
  • Mantiene una temperatura más equilibrada entre el día y la noche, evitando extremos y favoreciendo la vida microbiológica bajo la superficie.

La gestión del agua en la agroganadería regenerativa

La agricultura y ganadería regenerativas buscan potenciar los ciclos biológicos naturales. Así la gestión del agua se apoya en varios principios fundamentales:

  • Suelos siempre cubiertos. La cobertura con materia orgánica puede ser vegetación viva, tanto productiva como silvestre, o proceder de restos de cosecha, madera rameal fragmentada, abonos verdes, hojarasca, materia orgánica animal (ganadería regenerativa) etc.
  • Sistemas productivos regenerativos mixtos, manteniendo árboles y setos como parte del ecosistema. Esta fue la regla en las granjas tradicionales, algo que cambió sustancialmente con el cambio de concepto de «granja» a «explotación» (agrícola o ganadera). Un ejemplo de sistemas mixtos son la agroforestería, o los campos de frutales cuya cubierta herbácea es consumida regularmente por ganado, que a su vez abona, hidrata y nutre el terreno.
  • Paisajes de retención hídrica, que permiten una hidratación del suelo en profundidad y la recarga de acuíferos. Estos paisajes incluyen técnicas como el diseño en línea clave, las zanjas de infiltración o las charcas, especialmente interesantes cuando se trata de terrenos con algo de pendiente y sensibles a la erosión.

Todo ello favorece la microbiología del suelo, la fertilidad  y el contenido en carbono y en agua, permitiendo el desarrollo de biodiversidad y la vida, tanto vegetal como animal: polinizadores, aves, mamíferos, etc.

 

Suelo, vegetación y ciclo del agua: la bomba biótica

Imagen: Åse Johannessen, Senior Researcher/Advisor. Delta’s, GWP Technical Committee 

Un suelo sano y fértil no sólo tiene la capacidad de retener el agua cuando cae, también tiene la capacidad para aportar humedad a la atmósfera al sostener la vegetación capaz de mantener vivo el ciclo del agua y alimentar las nubes. Parte de la formación de nubes sucede a nivel de los océanos, pero nada menos que el 60% sucede a nivel terrestre.  Es la vegetación, y especialmente los árboles, los que mueven el ciclo del agua a nivel local. 

El ciclo del agua es el verdadero regulador del clima:  

  • A mayor cantidad de territorios con suelo desnudo, mayor temperatura del suelo, más islas de calor, mayor disrupción del ciclo del agua, erosión, desertificación y, en el lado opuesto, lluvias más torrenciales e inundaciones, pues al romper el ciclo del agua en vastas zonas el agua circula en mayor cantidad en zonas más reducidas.
  • Los suelos fértiles, cubiertos y ricos en carbono, por el contrario, almacenan agua, nutren la vida y ésta alimenta la vegetación, que a su vez dinamiza el ciclo del agua.
 

La importancia del ciclo del agua local

La vegetación es la bomba que mueve el ciclo del agua a nivel terrestre.  Esto sucede por medio de varios mecanismos.

  • La evapotranspiración, que transfiere vapor de agua a la atmósfera y la refresca.  
  • La emisión de sustancias biológicas / aerosoles que se comportan como núcleos de condensación de nubes y/o de transformación de éstas en lluvia: esporas de hongosmusgos y líquenes, polen, etc. contribuyen de un modo u otro a generar nubes y precipitar la lluvia.  
  • Bacterias presentes en las hojas de los árboles –pseudomonas syringae-  que contribuyen a precipitar la lluvia a nivel de las nubes. 

Por ello es tan importante cambiar el modelo de la agricultura industrial, con explotaciones basadas en monocultivos con uso intensivo de productos que destruyen estos elementos sutiles, por agroecosistemas mixtos y biodiversos que sostengan la vida y alimenten el ciclo del agua a nivel local.   La buena noticia es que, con un buen diseño y buen manejo, ¡es posible restaurar el ciclo del agua!