Trofobiosis: las plantas
sanas evitan las plagas

¿Has pensado alguna vez que quizás los insectos que atacan nuestros cultivos no son nuestros enemigos? En el paradigma agrícola actual (extrapolable también a la medicina e incluso a la política y a la sociedad), el mundo se entiende en términos de enemigos y guerras. Gérmenes, virus, insectos, todos están ahí para fastidiarnos en cuanto pueden. Pero existe otra manera de entender el mundo que consiste en asumir que cada organismo cumple una función necesaria para el correcto funcionamiento de todo el sistema. Incluso los insectos. Si entendemos el papel que cada ser juega en este baile que llamamos vida, podremos adaptar nuestro manejo y comportamiento para que exista un equilibrio beneficioso. 

Las plagas evitan las plantas sanas.
Los pesticidas debilitan las plantas.
Las plantas debilitadas abren la puerta a plagas y enfermedades.
Por lo tanto, los pesticidas precipitan el ataque de plagas 
y la susceptibilidad a las enfermedades,
e inducen un ciclo vicioso de mayor uso de pesticidas.

Esta es la síntesis de la Teoría de la Trofobiosis, enunciada en tesis presentada por el agrónomo francés Francis Chaboussou y recogida en su obra “Healthy Crops: A New Agricultural Revolution”.   (Más información en  Trophobiosis Theory: a Pest starves on Healty Plant)

Francis Chaboussou  había observado que los patógenos en agricultura (insectos, ácaros, hongos, nematodos, etc ) no prosperan en las plantas sanas, pero sí afectan a las plantas mal-tratadas, cultivadas en suelos pobres, desnutridos y compactados, o tratadas con productos químicos, que alteran la fisiología de la planta y la composición de la savia.  

Su hallazgo fue que las plantas se vuelven vulnerables a ciertos patógenos cuando su savia es rica en aminoácidos de los que se alimentan.  El uso de pesticidas para tratar estos patógenos, a su vez, debilita aún más la planta y la hace aún más vulnerable, dando lugar a un circulo vicioso difícil de romper.

El vídeo que presentamos es el resumen del curso que organizamos junto con Vivencia Dehesa entre los días 24 y 27 de octubre de 2013 en el marco incomparable de la Dehesa extremeña.  

Esta clase de una hora a cargo de Jairo Restrepo resume de forma magistral los conceptos clave necesarios para entender la trofobiosis, y muestra que, en realidad, los insectos, más que enemigos, son bioindicadores del estado nutricional de una planta. 

Por qué y cómo se producen las plagas

Los insectos son excelentes seres proteosintéticos. Esto significa que son buenos utilizando aminoácidos (moléculas orgánicas básicas indispensables para la vida) para formar estructuras más complejas formadas por muchos aminoácidos: las proteínas.

Los insectos son pésimos seres proteolíticos. Esto significa que no se pueden nutrir de proteínas complejas porque son incapaces de dividirlas en sus partes básicas, los aminoácidos que en última instancia tanto ellos como nosotros utilizamos para construir las distintas estructuras y compuestos necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo. Por eso, los insectos se nutren básicamente de aminoácidos libres y azúcares.

En los insectos predomina la búsqueda constante en las plantas de aminoácidos libres y azúcares.

Las plantas hacen tanto proteosíntesis (formar proteínas a partir de aminoácidos) como proteolisis (descomponer proteínas en los aminoácidos que las constituyen). Cuando predomina un estado de lisis, hay una concentración excesiva de aminoácidos y azúcares libres en los espacios intercelulares y líquidos celulares de las plantas. Existen circunstancias normales en el desarrollo de una planta en las que la lisis predomina sobre la síntesis. Por ejemplo, cuando hay partes en crecimiento, la planta ha de disponer de las “piezas sueltas” necesarias para construir las distintas estructuras. Así se entiende que los insectos siempre ataquen las partes más tiernas de una planta. Cuando la planta entra en un estado de armonía donde ya no hay crecimiento, los insectos paran. Los insectos buscan las plantas donde predomina la lisis sobre la síntesis. 

Entonces parece claro que cuanto más rápido sea el proceso de construir la planta, menos posibilidades tienen los insectos. Ahí es donde entra en juego la materia orgánica y las harinas de rocas (minerales). Estas son como la caja de herramientas de un mecánico: cuantas más herramientas y más variadas, más rápido será capaz de montar el motor.  

Los insectos no son el enemigo; son mensajeros que nos dicen que estamos gestionando de forma equivocada.

Agricultura industrial y plagas

Esta situación se agrava con las intervenciones de la agricultura química convencional, que por cuatro vías diferentes induce un estado de desarmonía nutricional:

  1. Los venenos (hay quien los denomina pesticidas, pero llamemos a las cosas por su nombre) aumentan la concentración de energía en las hojas de las plantas, lo que a su vez atrae a los insectos. Por eso cada vez son necesarias aplicaciones de veneno más frecuentes. El veneno mata a los insectos, pero en seguida llegan nuevas poblaciones atraídas por la comida fácil.

  2. Fertilizante nitrogenado, que se descompone en aminoácidos libres.

  3. La limitación de los fertilizantes a tres elementos, NPK. Como mínimo la estructura de una planta demanda 43 elementos.

  4. La proporción entre los tres elementos NPK. Estas proporciones vienen impuestas por la conveniencia de la industria.

Por si esto fuera poco, cuando los insectos detectan una abundancia de aminoácidos y azúcares se alteran siete de sus comportamientos: aumenta la fertilidad, la fecundidad, la longevidad, el número de posturas, el número de huevos por postura, el número de hembras respecto al de machos y se acortan los ciclos de reproducción.

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