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Cómo los árboles comen rocas: el festín secreto bajo nuestros pies

Cómo la simbiosis entre las raíces de los árboles, la red subterránea de hongos y la microbiología disuelve los minerales de la roca, nutre el suelo, y alimenta la vida vegetal y animal.

Por Rob de Laet, director de proyectos, estrategia del clima, coautor de Cooling the climate (Enfriando el clima)

Bajo el suelo del bosque, donde apenas llega la luz del sol, los árboles disfrutan de un festín silencioso e invisible. No solo de agua y luz solar, sino también de rocas, sí, de duras rocas. Los árboles no pueden hacerlo por sí mismos; pero cuentan con ayudantes secretos: bacterias, hongos y muchas otras criaturas que habitan el suelo

Todo comienza con las raíces, que penetran profundamente en el suelo y se enroscan alrededor de rocas de todo tipo, que contienen minerales preciosos como calcio, potasio y magnesio, nutrientes vitales para el crecimiento del árbol. 

Pero hay un problema: estos minerales están atrapados en la roca madre y no son accesibles de inmediato a las microscópicas raíces capilares situadas en el extremo del sistema radicular. Aquí es donde entran en juego los aliados subterráneos del árbol. Los hongos, conocidos como micorrizas, se adhieren a estas diminutas raíces capilares y forman una alianza con los árboles. 

Estos filamentos son hasta cincuenta veces más delgadas que un cabello humano y pueden extenderse y penetrar hasta las grietas más pequeñas de las rocas, liberando ácidos que ayudan a descomponerlas. 

Al mismo tiempo, las bacterias que viven en el suelo trabajan junto con los hongos, produciendo más ácidos que aceleran el proceso. Esto se denomina  «biometeorización», donde los hongos y las bacterias actúan como «mineros», extrayendo nutrientes de las rocas, licuándolas.

A medida que la roca se descompone, los minerales se disuelven en el agua del suelo, quedando disponible para las raíces de los árboles.

Los hongos transportan estos minerales directamente al árbol a cambio de los azúcares que este produce mediante la fotosíntesis. Es una simbiosis asombrosamente hermosa que se desarrolló para nutrir a ambas especies, una relación mutuamente beneficiosa, sin la cual la superficie terrestre probablemente sería estéril.

Así, a través de esta intrincada red de raíces de árboles, hongos y bacterias, el bosque transforma lentamente las rocas en un suelo rico y vital. Este proceso oculto es cómo los árboles «comen» las rocas, con la ayuda de sus amigos microscópicos. La inteligencia de la naturaleza para crear las condiciones para que la vida prospere es asombrosa. 

Un futuro abundante reside en imitar a la naturaleza y ayudarla a revivir, no en explotarla y destruirla.  Nuevos expertos en suelos están demostrando que es posible multiplicar por cuatro el crecimiento de las plantas con esta magia del suelo.   Es hora de una nueva revolución verde; esta vez, una regenerativa. Con el conocimiento de los procesos que suceden en la intimidad del subsuelo vivo y con la interacción de las comunidades que los habitan, podemos liberar esta abundancia para cultivar un futuro regenerado, que nutra toda la vida en la Tierra.

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