Reequilibrar el clima requiere restablecer los ciclos de agua locales
Se afirma que el cambio climático es irreversible, se relaciona con la falta de agua, los desastres naturales y los drásticos cambios de temperatura. Sin embargo, estas perturbaciones climáticas se deben a un conjunto de causas más allá del CO2 atmosferico, como son la ruptura del ciclo corto del agua y el drenaje y desecación de los ecosistemas.
Por Michal Kravcik, hidrólogo y ambientólogo, Universidad Técnica de Bratislava. Coautor del Nuevo Paradigma del agua, coautor de Climat et les petits cycles de l’eau, copromotor de la iniciativa Waterholistic.
La clave de la seguridad climática es el agua

Ahora comprendemos que la desaparición de los pequeños ciclos del agua no se debe al uso económico de la tierra por parte de los seres humanos, sino a una incapacidad prolongada para comprender una verdad simple: la lluvia deja de caer en lugares donde se evapora menos agua. Incluso las tierras utilizadas económicamente pueden favorecer la evaporación del agua si se gestionan correctamente.
Las «venas cortadas» de los ecosistemas provocan la pérdida de más de 700 mil millones de m³ de agua de lluvia de los continentes cada año. Esta agua drenada abandona el sistema de termorregulación del ecosistema global del planeta, y contribuye al aumento del nivel de los océanos en más de dos milímetros al año.
Además, los ecosistemas secos reducen el almacenamiento de carbono en la vegetación y el suelo, y por lo tanto,

contribuyen a la emisión masiva de calor en la atmósfera. Este calor añadido a la atmósfera desestabiliza el clima y provoca extremos sin precedentes, pero se nos insiste en que la desestabilización climática se debe a un aumento del CO2 en la atmósfera. Es como si los médicos intentaran salvar con aspirina a una persona con una vena rota y convulsiones.

Cada metro cúbico de agua de lluvia que drenamos del bosque, terreno agrícola o propiedad al arroyo más cercano contribuye con dos kilogramos de CO2 má la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Saber esto nos permite resolverlo en lugar de buscar culpables en otro lugar.
Si nos cuesta entenderlo, siempre podemos repetir la lección de primaria sobre la fotosíntesis.
La crisis del agua tiene su origen en la desaparición de los ciclos de agua locales
La crisis del agua no es casual, sino el resultado de la mentalidad de percibir la lluvia como algo que molesta en el momento y que no se necesita. Por lo tanto, se construyen sistemáticamente sistemas de drenaje, y estructuras para evacuar el agua de lluvia cuando llueve más.
El problema se agrava con el sellado del suelo en las ciudades. Eso sucede cuando el diseño no incluye suficientes espacios verdes capaces de alimentar el ciclo del agua local y absorber e infiltrar el agua de lluvia y todo se reduce a cómo evacuarla lo más rápidamente posible hacia los canales de desagüe. Antes de que se sellara la superficie terrestre, esta agua de lluvia se infiltraba en el suelo, se evaporaba a través de la vegetación y regresaba a los pequeños ciclos del agua.


Imagen: Gran incendio en Los Angeles en 2024. Sólo el paisaje hidratado se salvó de las llamas.
Simplemente tuvo la oportunidad y tiempo suficiente para evaporarse y enfriar el ambiente. Ahora este ciclo se ha roto, tanto en las zonas rurales como en las ciudades.
Estas infraestructuras de drenaje, así como el paradigma actual de la agricultura, contribuyen a la desecación del suelo y la sequía, y a las inundaciones en valles de arroyos y ríos. También contribuye al sobrecalentamiento del paisaje (islas de calor) con un grave impacto en la frecuencia y distribución de las precipitaciones.
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Las olas de calor intensas y persistentes y las sequías severas por la deshidratación del paisaje aumentan el riesgo de incendios forestales devastadores.
En el otro extremo, la prolongación de los periodos sin lluvia y las consiguientes lluvias torrenciales multiplican aún más estos riesgos y peligrosas tendencias.
El viñedo que se salvó del agua en la Dana de Valencia 2024
Los efectos de las causas

Empecé a percibir este problema en la década de 1980, recién graduado en gestión hídrica en el Instituto de Hidrología de la Academia Eslovaca de Ciencias. Me expulsaron del Instituto por no cumplir con los criterios ideológicos…
No renuncié a mi idea, y como en Eslovaquia se abrían las puertas de la democracia a la investigación independiente, fundé la organización sin ánimo de lucro People and Water con mis amigos, donde continué mi investigación.
Ya en la década de 1990, al analizar datos hidrológicos, comprendí que el régimen hídrico del país estaba cambiando, tanto en el tiempo como en el espacio. Y que este cambio ya era evidente desde los datos de 1970.
En aquel momento, me preguntaba cómo era posible que la investigación no lo hubiera detectado. Luego dejé de preguntármelo, porque comprendí que también hay mucha ideología en hidrología, y que las soluciones no dependen de un análisis exhaustivo, sino de la «perspectiva ideológica» de quienes deben percibir y resolver el problema. Así que, después de la investigación, mis colegas, amigos y yo pasamos a la segunda fase: la de pronosticar cómo evolucionará la enfermedad del agua si continuamos drenando el país con éxito.
El nuevo paradigma del agua

Imagen: Michal Kravcik, Nuevo Paradigma del Agua
Describimos los principios de la pérdida y regeneración de las precipitaciones en el Nuevo Paradigma del Agua, titulado Agua para la recuperación del clima publicado en eslovaco en 2007 y en inglés en 2008.
El principio fundamental del Nuevo Paradigma del Agua es el siguiente: no se debe canalizar el agua de lluvia hacia arroyos, ríos ni océanos. En cambio, favorecer su infiltración y evapotranspiración, y contribuir a la generación de nuevas precipitaciones.
En el Nuevo Paradigma del agua, también publicamos modelos básicos y un esquema sobre cómo rehidratar los desiertos, desde las costas oceánicas hasta los continentes, y cómo favorecer la formación de precipitaciones incluso en las regiones interiores más áridas del mundo.
Estos proyectos se están llevando a cabo con enorme éxito en algunos países.

Cosecha de agua para revertir el desierto en Tanzania.
Retener e infiltrar agua en los paisajes

Imagen: Michal Kravcik
Si la civilización actual decidiera almacenar masivamente el agua de lluvia en todos los rincones de los continentes, en diez años no solo habríamos frenado el cambio climático, sino que también habríamos restaurado los ecosistemas a cómo estaban a principios del siglo pasado.
Millones de personas en todo el mundo podrían trabajar en estos proyectos. Se trata de cambiar la gestión del agua de lluvia para recogerla para volver a rehidratar los ecosistemas secos.
Si reparáramos los agujeros en los pequeños ciclos del agua, el nivel del mar no subiría, puestros continentes no se calentarían, llovería con más frecuencia y con más suavidad, y no habría aguaceros catastróficos.