Los microbios de la corteza de los árboles absorben grandes cantidades de metano
Los microbios de la corteza de los árboles absorben entre 25 y 50 millones de toneladas de metano cada año, lo que demuestra la importancia de los árboles como equilibradores en los ecosistemas, tanto silvestres como productivos.
Por Isabel F. del Castillo
Escuchamos con frecuencia que el metano -un gas con un potente efecto invernadero- representa un grave problema medioambiental, y lo escuchamos en relación con las vacas, sus ventosidades y su posible efecto sobre el clima y la temperatura. Sin embargo, una nueva investigación ha demostrado que quizá la cuestión no sea tan lineal.
La tierra siempre ha estado poblada por grandes rebaños de herbívoros, que emiten grandes cantidades de metano. ¿Tendría sentido que la naturaleza, tan equilibrada en sus procesos, no tuviera ningún mecanismo natural para compensar esas emisiones?
Si los tiene: un nuevo estudio ha revelado una vía, hasta ahora desconocida, de reciclado natural del metano: los árboles. Este estudio, publicado por la revista Nature ha demostrado que los microbios de la corteza de los árboles absorben entre 25 y 50 millones de toneladas de metano cada año, funcionando de hecho como un sumidero de este gas. Un hallazgo interesantísimo, dado que, como afirma Luke Jeffrey, biogeoquímico de la Southern Cross University (Lismore, Australia)
«en realidad, sabemos muy poco del ciclo del metano»
El ciclo del metano
En realidad, este gas no solo lo emite el ser humano indirectamente a través de sus actividades agrícolas, mineras y por la descomposición de deshechos en los vertederos, sino que también hay fuentes naturales naturales de metano. Además de los animales silvestres, también lo emiten los árboles, especialmente en zonas de alto nivel freático (aguas subterráneas) como los bosques húmedos, las cuencas de los grandes ríos, campos de arroz, etc. Pero aquí, también, hay matices.
En el nuevo estudio, investigadores dirigidos por Vincent Gauci, científico ambiental de la Universidad de Birmingham en el Reino Unido, midieron la absorción y las emisiones de metano en diferentes tipos de bosques (tropicales, templados y hemiboreales), documentando la absorción y producción de metano a diferentes alturas de los árboles.
El equipo encontró una transferencia continua de metano entre los árboles y la atmósfera, en un sentido y en otro. En las zonas tropicales, los arboles emiten metano durante los períodos húmedos. En cambio, en la estación seca continúan emitiendo en la base de sus troncos, a unas pocas decenas de centímetros del suelo, pero a partir de esa altura el proceso se invierte, y los árboles en realidad se comportan como sumideros de metano.
Gauci explicó que las raíces de los árboles absorben metano del suelo que los rodea, que se difunde nuevamente a la atmósfera a través de la corteza. Al mismo tiempo, los microbios de la corteza metabolizan el metano del aire a lo largo del tronco. Con el tiempo,
«la velocidad a la que estos microbios absorben metano de la atmósfera supera la velocidad a la que el gas se difunde desde el árbol»
Pero ese no es el único mecanismo de reciclado de este gas. Según José Luis García De Castro, veterinario y ganadero de la granja Poultree, «el metano de origen orgánico, como el emitido por las vacas, tiene una vida media de diez años, y acaba descomponiéndose en CO2 y agua … la misma cantidad de CO2 y agua necesarios para producir la cantidad de pasto consumido por esa vaca en toda su vida. El balance, por tanto, es cero. Por otra parte, de desaparecer el ganado, ese nicho ecológico sería ocupado por otros herbívoros. Cuando el ganado es alimentado con pienso, tanto las prácticas de la agricultura industrial como el transporte a largas distancias tienen un impacto medioambiental, especialmente en el caso del ganado estabulado, cuyos residuos suponen un problema añadido.«
Los animales y el clima
En realidad, el metano producido por el ganado no sólo no es un problema -pues la naturaleza tiene mecanismos para reciclarlo- sino que los animales representan la manera más rápida y eficaz de regenerar un terreno. Pero no permitiendo el movimiento libre de los animales, que resulta en un grave sobrepastado de las praderas, sino con un pastoreo dirigido regenerativo, siguiendo modelos como el Pastoreo Racional Voisin o el Manejo Holístico, que imitan el patrón de movimiento de los grandes rebaños de hervíboros: alta carga animal durante cortos periodos de tiempo para después darle a la pradera un largo reposo. Si eliminamos los grandes rebaños de herbívoros de las praderas, éstas se desertifican, porque los animales son quienes reciclan la materia vegetal y aportan la microbiología al suelo.
Tal como explica Allan Savory en esta charla TED, el pastoreo regenerativo aumenta la absorción de carbono del suelo, y con ello, la microbiología (es decir, la vida) y la capacidad del suelo para retener el agua de lluvia, recargar acuíferos y alimentar a las plantas. Como demuestra la experiencia de tantos ganaderos regenerativos, la presencia de animales con un manejo holístico es la forma más rápida de revertir la desertificación.
En este sentido, una investigación realizada por la Soil Association Exchange muestra que las granjas con una mezcla de cultivos herbáceos y ganado tienen alrededor de un tercio más de carbono almacenado en su suelo que aquellas con solo cultivos herbáceos, gracias al estiércol de los animales.
De explotación a ecosistema productivo
Todos estos datos ayudan a entender mejor cómo funciona la naturaleza, y anima a superar el concepto de «explotación», -agrícola o ganadera- y volver al modelo tradicional de granja, que reintegra agricultura, ganadería y zonas silvestres con setos y árboles autóctonos, donde los intercambios ecosistémicos pueden tener lugar de una forma más eficiente. En este sentido, cada vez más agricultores con campos de olivos, frutos oleaginosos y frutales han apostado por tener los suelos cubiertos y gestionar la hierba con animales en momentos puntuales, a menudo de ganaderos vecinos, según el modelo holístico. Otras técnicas, como la agroforestería sintrópica, integran árboles y cultivos de diversas especies con animales, en un ecosistema extremadamente productivo, regenerativo y resiliente.
Otras funciones ecosistémicas de los árboles
La naturaleza es infinitamente compleja, con millones de procesos interconectados sucediendo al mismo tiempo. Los árboles cumplen una función con respecto al metano, y además absorben carbono y desempeñan otras muchas funciones ecosistémicas. Más allá de la producción de alimentos y materiales de diversa utilidad, los árboles
- Reducen la temperatura, evitando las islas de calor propias del suelo desnudo, algo que sucede a las grandes explotaciones parte del año.
- Los árboles activan la bomba biótica, es decir, el ciclo local del agua, aportando humedad al entorno y favoreciendo la formación de nubes a través de la evapotranspiración. No sólo eso, sino que los microbios presentes en las hojas –Pseudomonas syringae- actúan como agentes de conversión de vapor de agua (nubes) en gotas de agua (lluvia).
- Sus raíces profundas y la red de micorrizas asociadas retienen el suelo, evitando su erosión y la escorrentía. «Un suelo cubierto y bien estructurado es esencial para facilitar la infiltración de agua y prevenir desprendimientos de tierras cuando llueve”.
- Las hojas de los árboles contribuyen a remineralizar el suelo, pues las raíces extraen minerales de la roca a mucha profundidad y los transportan hasta las hojas a través de la savia. Una vez que las hojas caen en otoño, ese material orgánico se descompone, nutriendo y remineralizando el suelo. El lecho de hojas también ofrece un hábitat a la microfauna y polinizadores para afrontar el invierno.
- Los árboles son el hábitat de pájaros, pequeños mamíferos, polinizadores, etc. que biodiversifican, equilibran y aumentan la resiliencia del ecosistema productivo.