Presentamos propuestas regenerativas al MITECO tras la dana de Valencia
No se trata solo de cuánta agua cae de forma abrupta, también influye cómo se comporta el agua cuando cae. Y es sobre este factor fundamental -la capacidad de los ecosistemas para almacenar y gestionar el agua-, que la Asociación de Agricultura Regenerativa ha realizado una serie de aportaciones a la Consulta pública de la Propuesta de Plan para la recuperación y mejora de la resiliencia frente a las inundaciones en el territorio afectado por la DANA en la Comunidad Valenciana.
El 29 de octubre de 2024, cayeron más de 558.140 litros de agua por hectárea sobre la demarcación hidrográfica del Júcar, en un paisaje incapaz de infiltrar el agua. Esta falta de capacidad de absorción aumentó exponencialmente los daños sufridos cauce abajo. Un aumento del 1% al 5% de materia orgánica en el suelo habría podido infiltrar la mayor parte o la totalidad de la lluvia que cayó en suelo no urbanizado durante ese fenómeno extremo, hidratando el suelo y recargando acuíferos.

El informe Planes de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRI) identifica correctamente la agricultura intensiva como causa, y también la capacidad de retención de agua del suelo como clave para reducir el riesgo de inundaciones en la zona de Valencia, pero omite las formas regenerativas de agricultura como solución. Este enfoque de la agricultura mejora la estructura del suelo, la capacidad de infiltración y retención de agua, así como el drenaje y la mejora del ciclo del agua en general, algo esencial en la regulación del clima.
España tiene algunos de los niveles más bajos de materia orgánica del suelo (MOS) en la UE, y está perdiendo suelo a un ritmo 1,5 veces más rápido que la media de la UE debido a la erosión hídrica.
La labranza generalizada, la pérdida de cobertura vegetal y la eliminación del ganado han contribuido a la compactación del suelo, la erosión y el colapso de la función de esponja del paisaje.
La degradación continua del suelo se debe en gran medida a las prácticas agrícolas y de gestión convencionales, lo que resulta en un suelo desnudo, compactado y con baja actividad biológica. Grandes extensiones de tierra quedan descubiertas o bajo monocultivos anuales o vitícolas con mínima cobertura vegetal, mientras que la labranza mecánica repetida altera la estructura del suelo y destruye la vida microbiana, lo que a su vez oxida la materia orgánica.
La labranza deteriora la integridad física del suelo, liberando a la atmósfera el carbono almacenado y dejando el suelo más vulnerable a la erosión. Con el tiempo, el suelo se compacta, se encostra y se vuelve incapaz de retener agua o de sustentar un ecosistema próspero sobre la superficie.
Paralelamente, el uso excesivo de fertilizantes sintéticos e insumos químicos socava los procesos biológicos que sustentan un suelo saludable y toda la biodiversidad que sostiene.

Este conjunto de condiciones degradadas aceleran la escorrentía y la pérdida de suelo, amplificando los impactos de las inundaciones. Este vídeo grabado pocos días después de la dana de octubre 2024 muestra claramente la diferencia del comportamiento del suelo entre las parcelas cultivadas de modo convencional y aquellas gestionadas de forma regenerativa con pastoreo dirigido y sin insumos.
Es esencial reconocer el papel de los paisajes agrícolas degradados en la intensificación del riesgo y los impactos de las inundaciones; de otro modo, las políticas y la infraestructura serán reactivas en lugar de preventivas.
La agricultura regenerativa señala el camino
En este contexto, la Agricultura Regenerativa se perfila como el camino a seguir en la redución del riesgo de inundaciones, en la medida en que restituye la función hidrológíca del suelo y contribuye a regular el ciclo corto del agua, esencial para evitar fenómenos meteorológicos extremos. Reconstituir el carbono del suelo, mantener las raíces vivas, asegurar la cobertura vegetal durante todo el año y reintroducir el pastoreo planificado

son técnicas de los sistemas de gestión regenerativa que aumentan la infiltración y retención de agua, ralentizan la escorrentía superficial y reducen la probabilidad de erosión destructiva.

Con el tiempo, estas técnicas y estrategias también contribuyen a la restauración de los ciclos hídricos locales y regionales, reduciendo el riesgo de sequía e inundaciones y restaurando la función hidrológica del suelo. Los sistemas regenerativos gestionados adecuadamente además reducen los costos de los insumos y mejoran el rendimiento de los cultivos.
Todo ello se traduce en una mayor rentabilidad de las fincas agrícolas y una mejor calidad de vida para los agricultores, favoreciendo el relevo generacional y consolidando la población rural. Adoptar una transición hacia formas de agricultura regenerativa ofrece una solución sistémica; éstas abarcan múltiples disciplinas, con el foco puesto en restaurar la salud del suelo, la biodiversidad y los pequeños ciclos hídricos mediante el refuerzo o la imitación de los procesos naturales.
Al restaurar la función del suelo, aumentar la retención de agua a nivel del paisaje y reconstruir la capacidad ecológica de los sistemas agrícolas, las formas de agricultura regenerativa abordan tanto las causas fundamentales de los daños causados por las inundaciones como la resiliencia a largo plazo de las economías y los ecosistemas rurales.
Nuestras aportaciones
Las aportaciones de esta asociación en respuesta a la Consulta pública de la Propuesta de Plan para la recuperación y mejora de la resiliencia frente a las inundaciones en el territorio afectado por la DANA en la Comunidad Valenciana giran en torno a 3 lineas principales:
1. Cultivos de cobertura perennes
Las hierbas perennes desarrollan sistemas radiculares profundos que rompen los suelos compactados, creando vías para la infiltración de agua. Esta cobertura mejora la estructura del suelo, reduce la escorrentía y erosión por las lluvias intensas, y aumenta la materia orgánica del suelo (MOS), lo que mejora la absorción y retención de agua. Cuando la materia vegetal se corta o se deposita de forma natural mediante el pastoreo controlado, se descompone, aportando materia orgánica al suelo rica en microorganismos descomponedores. Enfatizamos de nuevo que por cada 1% de aumento en la materia orgánica del suelo, su capacidad de retención de agua aumenta aproximadamente en 144.000 litros por hectárea.

Imagen: USDA
2. Ganadería Regenerativa

El pastoreo dirigido mejora la salud del suelo y la tolerancia a la sequía, aumenta la materia orgánica y mejora la capacidad del suelo para retener e infiltrar agua. La integración de la ganadería junto con cultivos perennes o huertos frutales fortalece la función ecológica del paisaje agrícola, ayuda a cerrar los ciclos de nutrientes, reduce los costos de insumos, sustenta el hábitat de polinizadores, aumenta la resiliencia de la tierra y genera fuentes adicionales de ingresos y nuevas oportunidades de mercado.
En este vídeo se puede observar el efecto de la dana sobre dos tipos de suelo: labrado y gestionado con ovejas.
3. Swales, silvicultura y estructuras a nivel y en Línea Clave
Los árboles, las zanjas de infiltración y las intervenciones a ligero desnivel de la Línea Clave, ayudan a ralentizar, infiltrar y distribuir el agua lateralmente por el paisaje, hidratándolo profundamente, en lugar de permitir que se concentre y precipite cuesta abajo, aumentando la presión sobre los sistemas de drenaje urbano y el riesgo de inundaciones.
Finca Mundos Nuevos. Badajoz